Miniatura AihuaHace dos días publicamos un post previo al estreno en Madrid de Aihua. Teníamos muchas ganas y la seguridad de que no nos iba a defraudar esta malagueña «familia» de grandes y valientes artistas circenses… Y así ha sido. Aquí os dejo mis sensaciones al salir, exhausto de aplaudir y ovacionar a los diecisiete miembros de esta compañía,  del teatro Calderón. Una compañía a la que sin duda habrá que seguir el rastro.

Toda la magia, fantasías, ilusiones y emociones que se pueden vivir o soñar cuando abres una vieja caja, caes a través de un profundo agujero, atraviesas una ajada puerta, entras en lugar aislado y misterioso o cruzas un frondoso seto es la que el espectador se encontrará al adentrarse en el mundo de Aihua.

Y es que el vibrante espectáculo combina momentos de Alicia en el País de las Maravillas, El Jardín Secreto, Sueño de una Noche de Verano, La Historia Interminable, Charlie y la Fábrica de Chocolate o Las Mil y una Noches. Ya sea por la historia, la coreografía o escenografía y vestuario, pero esta joven compañía andaluza ha sabido combinar muy bien todos estos clásicos.
Obras que, por muy apegados que estemos al mundo real, (si es que el real es el cotidiano que vivimos día a día, pero esa es otra historia), viene bien desempolvar de vez en cuando para hacernos sentir vivos. Para darnos una energía positiva que levante nuestros ánimos y nos resucite el alma inquieta, vivaz, fresca y sin ataduras ni miedos de los niños. Este oasis, de alguna manera, nos enseña a combinar realidad y fantasía, a no perderse o estancarse en una de las dos caras de la moneda. Como el propio Michael Ende dijo, (en una entrevista en El País), <<separado de lo real, lo fantástico pierde también su contenido>>.
En Aihua, Cirque des Sens incorpora todos los elementos para un cocktail efervescente que nos atrapa por completo en un viaje inolvidable, en movimientos que difícilmente se nos irán de las retinas.
De la mano de un mimo (la nota de humor sobre el escenario) que, junto a los jovencísimos protagonistas (Rafa e Irene, hermanos en la trama) conduce la historia, vemos malabares, arriesgadas acrobacias, gimnasia rítmica de una destreza casi inimaginable (incluso en agua) y un juego de luces, música y vestuario en un show que nada tiene que envidiar al Cirque du Soleil. O, al menos, pueden considerarse dignos herederos de esta escuela, demostrando una vez más que para encandilar al público de todas las edades no hace falta maltratar animales ni hacer burdos números de payasos.
Poco más se puede decir, o se debe decir (para no destapar las sorpresas), de Aihua, aunque quien no pueda esperar a verles en la gira, puede ir abriendo boca en su página web. Ahí se puede ver toda la entrega y dedicación que hay detrás de estos espectáculos… y es que el más mínimo error puede salir caro cuando van «sin red».
Eso sí, insisto, verles en directo merece mucho la pena. Las múltiples ovaciones recibidas anoche, tras la primera función en Madrid, (Teatro Calderón, hasta el 12 de Junio), están bien ganadas.
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