The Corner era únicamente el comienzo, la génesis de un proyecto enorme que acabaría convertido en una de las mejores y más influyentes obras (sino la más) de la historia de la televisión. David Simon volcó la experiencia acumulada en la sección del Baltimore Sun especializada en pesquisas policiales íntimamente ligadas con el narcotráfico, para sofisticar y dar forma al guión de la primera temporada de The Wire, rompiendo con las estructuras televisivas imperantes para alumbrar una trama hiperrealista, orgánica y coral, con un enorme abanico de personajes perfectamente dibujados y que levantaba las alfombras para mostrar sin pudor la trastienda más oscura del sistema norteamericano. Desde las calles a ras de suelo hasta las alturas de los mandos políticos y policiales, pasando por ejes pivotantes como la educación o la prensa: las 5 temporadas de la serie no dejarían títere con cabeza.

Porque el valor de The Wire, más allá de aspectos formales y narrativos que trataremos más adelante, anida en su rol de altavoz social. Objeto de estudio en la prestigiosísima Universidad de Harvard (dentro de un curso sobre desequilibrios sociales), la última temporada de la obra coincide justo con el inicio de la gran crisis mundial y el colapso de Wall Street que acabarían por polarizar más aún las desigualdades, pero ya entonces se hallaba plenamente consolidada como elegante y furibundo portavoz de los profundos socavones sociales y raciales en EEUU. Poniéndonos en el contexto de aquellos primeros años del siglo XXI, temas tan espinosos como la implantación de sistemas de evaluación del desempeño policial basados en las estadísticas de casos resueltos (denominado Citistat en la Baltimore real), o la aglutinación brutal de recursos para la guerra contra el terrorismo tras el 11-S, aparecerán constantemente reflejados en una serie que siempre buscó mirar a los ojos de los problemas reales de su tiempo. Así, la falta total de ética a la hora de maquillar dichas estadísticas en el seno de los engranajes de los servicios de protección ciudadana, el desdén (impuesto por los altos mandos) del FBI hacia la guerra contra la droga que se estaba librando en las calles o la reforma educativa, capaz de dejar atrás a escolares sin el menor rastro de culpabilidad, se sentirán bien presentes.

«What, we don´t have enough love in our hearts for two wars?»

Jimmy McNulty

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Las reacciones al inmisericorde (y necesario) carácter crítico de la serie irían desde las declaraciones del comisario de policía de Baltimore en 2011, quejándose amargamente de los efectos negativos en cuanto a imagen para una ciudad que tardaría décadas en superarlos, hasta las de la alcaldesa Dixon, que valoraba la maestría del equipo de Simon a la hora de hacer sonar las alarmas sobre dramas sociales existentes y vigentes. Incluso algunos actores como Michael K.Williams (que encarna a Omar Little) han acabado convertidos en altavoces dinamizadores de protestas contra diversas causas, tal es la trascendencia del mensaje de The Wire.

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Y, por si el mensaje de la serie no fuera ya argumento más que suficiente para paladear sus 5 temporadas, el sofisticadísimo guión, magníficos diálogos y maestría formal acaban por redondear la que para muchos es cima histórica del medio. Precisamente tras su aparente simplicidad estilística (más allá de recursos excelentes como ralentizaciones puntuales de la acción) reside otra de los grandes logros de The Wire: en la ausencia total de tonos o efectos sonoros encaminados a realzar el dramatismo de las escenas y la escasísima utilización de flashbacks (con la excepción del presente en el inicio, en la escena del asesinato del testigo capital en el caso contra D´Angelo Barksdale, impuesto por la propia HBO) se muestra el respeto de la obra hacia sus espectadores. Todo se delega en la sensibilidad y madurez de la audiencia, nada se explicará más de lo estrictamente necesario. Y la cámara nunca estorbará, semioculta y escudriñando las escenas desde rincones olvidados mientras se acerca poco a poco y con suavidad, a modo documental y sin restar nunca protagonismo a lo verdaderamente importante.




«Fighting the war on drugs, one brutality case at a time.

Girl, you can´t even think of calling this shit a war.

Why not?

Wars end.»

Moderna aún hoy, más de 14 años después de su estreno, en la guerra de The Wire sólo hay un bando ganador: el del espectador.

@Juanlu_num7

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