Este año, en su nueva ubicación (Palacio de La Prensa), no pierde calidad el esperado festival por crítica y público. Una vez más, acompañando notables retrospectivas, disfrutaremos de lo último en la cartelera germana. Muchas de ellas se solapan en un ajustado horario, con hasta cinco proyecciones al día, pero afortunadamente, algunas pasarán por Filmin, plataforma de cine europeo que colabora con el Festival de Cine Alemán. Aquí os dejamos os dejamos un repaso de las películas que en Beat4people hemos visionado en unas salas, afortunadamente, por lo general bastante llenas.

6 de Junio de 2017

La inauguración, con sendos discursos del Ilustre Embajador de la República Federal Alemana y del Instituto Goethe previa proyección de Las flores de antaño y un coloquio con una de las productoras del filme, volvió a ser un éxito.

Lleno total para una obra atrevida sobre un revisionismo del Holocausto en equilibrio entre el terrible drama y sufrimiento y una ácida comedia romántica. Los protagonistas son parte de una institución encargada de organizar un congreso sobre el Holocausto. Poco antes de morir repentinamente, el que preside la institución releva del mando al que lideraba el estudio para dicho congreso, (Lars Eidinger), pasando a ocuparse de atraer gente y de los invitados. No puede liderar alguien que fácilmente se exalta por todo.

El nuevo responsable, (Jan Josef Liefers), ficha a su amante, (Adèle Haenel), para que ayude al exresponsable.

Lars Eidinger y Adèle Haenel, nietos de verdugo y víctima respectivamente del Holocausto, tendrán que recorrer un camino nada fácil que nos deja una ácida, dura por momentos, comedia romántica y una esperanza que nos ayudará a pasar página de conflictos del siglo pasado que siguen, por desgracia, aun latentes.

Las flores de antaño, que en su estreno en Alemania tuvo un dispar recibimiento tanto por la crítuca como por el público, ha sido premiada con el Tokyo Grand Prix, Audience Award Tokyo y el Baden-Wurtemberg Film Prize 2016.

7 de Junio de 2017

La jornada empieza con  El día más hermoso.  Si la anterior película era un viaje al pasado, para cerrar heridas y reencontrarse con uno mismo, El día más hermoso se trata de una entretenida y hasta cierto punto gamberra comedia que, aunque su ritmo es desigual, merece la pena darle una oportunidad por las herramientas narrativas y algunos de sus planos, en lugares muy variados, de los que hace alarde y buen uso el director, Florian David Fitz.

El tema recurrente, una enfermedad mortal de dos amigos, da pie a tratar temas como la inmortalidad en la red, el arrepentimiento por comportamientos pasados y la búsqueda de una sincera amistad, pase lo que pase. Enseñándonos aquello que de verdad importa.

La sobremesa fue tiempo para degustar una añeja y curiosa joya expresionista. Algol: Tragedia del poder ( del ciclo Überall – Ciencia Ficción y Ciberpunk).

Siete años antes que Metrópolis, de Fritz Lang, Algol: Tragedia del poder, trata también del trabajo, la revolución industrial y el poder. Lo hace involucrando, con todos los recursos del expresionismo alemán vigente en esa época, a extraterrestres y una misteriosa tecnología muy potente. Parece sumamente eficaz, pero también tiene su lado malo.

Redescubierta gracias a una copia en Chile, esta joya llega a nuestros días como una de las primeras obras audiovisuales de ciencia ficción, después de Le Voyage dans la Lune (Viaje a la Luna) del «artesano» G. Méliès.

Dentro de este ciclo quedan tres que prometen: Destino Espacial: Venus, Decoder y Somos el diluvio. Lástima que algunas se solapan con otras interesantes películas.

Marija

Esta cinta entra dentro del arco social del festival. Nos muestra los bajos fondos de Alemania y Europa del Este, con una protagonista, Marija (excepcionalmente interpretada por Margarita Breitkreiz), que es capaz de superar cualquier cosa, fríamente, con tal de alcanzar su objetivo. Es difícil juzgarla, ya que en su situación, casi todos haríamos lo mismo.

Su director y guionista, Michael Koch, nos da varios mensajes para reflexionar una vez visto este filme, como la inmigración y la esperada integración europea real.

En cuanto a los aspectos formales, su dirección es sumamente realista, que por no tener no tiene ni música. Enseña, con dureza, lo más turbio y mísero de quienes buscan una vida mejor y quienes se aprovechan de ello pero sin llegar a recrearse. Únicamente al final se permite Koch hacer un plano, esta vez con música, puramente cinematográfico, con el rostro de Margarita Breitkreiz prácticamente en primer plano mientras avanza por la calle.

Se podrá visionar de nuevo el jueves 8 de junio a las 17 horas.

 Cerró la jornada El Éxtasis, un filme puramente psicológico en ocasiones de una brutal, sobrecogedora pero a la ve hermosa violencia por cómo se muestra visualmente y en otras de mucha tensión. Por las escenas de un hotel en Hamburgo, recuerda a Lost in translation. Y a Drive, por un par de secuencias en el ascensor de ese hotel, aunque en esta ocasión no culmina con violencia.

Con soberbias interpretaciones del trío protagonista, por lo difícil de la historia, el director y guionista Sven Taddicken nos hace partícipes, desde distintos ángulos y con una muy elaborada puesta en escena, de los conflictos de la sociedad actual: pérdida de fe, insomnio, conflictos amorosos y una necesidad de refugiarse en guías de autoayuda y/o la pornografía. Sin ambages, metáforas sutiles u omisiones que, sin embargo, se equilibria con el punto adecuado de ternura a lo largo del metraje.

El Éxtasis se proyectará de nuevo el sábado 10 de junio a las 19 horas.

8 de Junio de 2017

La mañana empieza con la proyección de Rico, Óscar y los ladrones de piedras. Como es habitual en el festival, y más en la película infantil, acompañado por varios colegios. Una iniciativa francamente positiva para acercar a los niños, el futuro, al Séptimo Arte y mantenerlo vivo.

Esta secuela de las dos anteriores ediciones mantiene el mismo tono divertido, un punto gamberro y con elementos narrativos, para las transiciones, que recuerdan al cómic. En versión moderna, recuerda a los Goonies y, más recientemente, la saga de Solo en casa.

Los protagonistas,  Anton Petzold y Juri Winkler, vuelven a formar esa extraña pareja de detectives sin miedo a nada, jocosos, valientes pero, sobre todo y pase lo que pase, inseparables amigos. Bien dirigida narrativa y visualmente por Neele Leana Vollmar, vuelve a ser una triunfal adaptación de los libros juveniles de Andras Steinhöfel.

Sin menospreciar otras películas infantiles, como la memorable y dickensiana Los hermanos  de negro o, más de el estilo de Rico y Oscar, La pandilla cocodrilo, espero que siga habiendo más aventuras para estos jóvenes berlineses.

El viernes 9 de junio, a las 17 horas, Oscar, Rico y compañía vuelven a la pantalla del Palacio de la Prensa. Buen plan familiar para una calurosa tarde de viernes.

El camino soñado ha sido le película de la sobremesa. Pretenciosa y falta de hilo conductor que hilvane un guion que podría haber sido mucho más. Si pretendía ser <<una radiografía de la Europa de horizontes perdidos>>, se ha quedado en filme excesivamente visual y pausado, con un mensaje poco esperanzador para lo que se necesita ahora. Es cierto que el cine puede, y debe, ser usado no solo como entretenimiento sino como portavoz de reflexiones sobre el pasado, presente y futuro de la sociedad en conjunto. Pero para ello hay que dotar al guion de una solidez tal que permita enganchar al espectador. Interesarle. En este caso, visualmente es cierto que tiene planos y paisajes buenos, pero la falta de conexión entre las historias cruzadas, el exceso de planos fijos y planos detalles más la escasez de diálogos o música hacen de El camino soñado una pérdida de oportunidad para exponer un tema tan importante como el que pretende tratar.

Veo difícil que entre en el Olimpo de memorables títulos que han sido proyectados en este Festival, cada vez más relevante y que llega a innovar con filmes como el que viene a continuación, El Veredicto, gracias a su formato interactivo. Pero para los que gusten de este tipo de películas, el domingo 11 de junio a las 19:30 horas podéis disfrutarlo.

El Veredicto (película interactiva) es la última película vista hoy. Un intenso debate en el que las cuestiones jurídicas y morales entran en juego, con la salvedad de una pequeña trampa. Se da por hecho que ninguna autoridad da la orden de desalojar el estadio con las 70.000 personas ante el avión secuestrado con las 164 personas abordo. Algo impensable en realidad pero que en la película deja únicamente al acusado, piloto del Ejército del Aire alemán (Florian David Fitz,  -al que también hemos visto de forma muy distinta pero igual de soberbia en El día más hermoso-), de tomar una difícil decisión en pocos minutos ante la imposibilidad de contactar o disuadir al terrorista.

Como se mencionó en el coloquio posterior a la proyección, el autor de la novela en la que está basada esta obra, abogado penalista, indica que el militar es culpable, pero que el Presidente de la República Federal Alemana le indulta poco tiempo después. Durante el coloquio también han surgido cuestiones interesantes. Como que el militar es un «chivo expiatorio» ante la nula reacción de las autoridades o que, en la guerra global ante la que estamos actualmente, las bajas colaterales son inevitables. O que la Constitución, que penaliza priorizar una vida frente a otra.

El Veredicto no dejaría de ser una más de las muchas de juicios que han pasado a la historia por lo que supusieron o por su realización de no ser por el factor interactivo. Ya se ha hecho en teatro, pero nunca en cine. Nada más entrar en la sala, a los espectadores nos entregan un cartón circular con dos caras: inocente o culpable. La fiscal, el abogado defensor, el propio militar y testigos dan sus testimonios exponiendo los motivos para absolverle (que no es lo mismo que declararle «no culpable») o condenarle.

Al final del juicio, el Presidente del Tribunal se dirige al público, el jurado, para pedir veredicto atendiendo no a simpatías sino a lo que se ha expuesto en la Sala. En esta ocasión, frente a lo que pasó en Alemania, el veredicto ha sido de inocencia. Con muchos reparos y votos particulares, pero esta vez ha ganado el juicio.

También en el rodaje, la mayoría del equipo consideraba que el acusado era culpable. ¿Inocente o culpable? Un dilema muy difícil de dirimir. Lo que está claro es que muchas cosas hay que cambiar, y seguir legislando para que la seguridad no suprima los valores o la dignidad humana, pero que tampoco se claudique ante los fanáticos de cualquier ideología o creencia.

¿Qué pasará cuando se proyecte en televisión o por Internet? ¿Habrá más películas con este formato de dos o más finales? Lo que queda claro es que, en esta ocasión, se ha generado un interesante debate, demostrando que el público puede ser un elemento decisivo para la narrativa de un filme. Un factor más para atraer espectadores a las salas de cine, que tanta falta hace.

9 de Junio de 2017

Decoder: Buen gusto para el mal gusto.

<<Partiendo de la idea de que el cerebro de las masas puede ser manipulado por sonidos, F.M. realiza grabaciones del sonido ambiental de cadenas de fast food con el fin de desarrollar un arma contra el “muzak”, la música oficial del estado diseñada para paralizar cualquier pensamiento crítico en la sociedad. F.M. logra descodificar las grabaciones y, recomponiéndolas, crea un “anti-muzak” con el que siembra el caos en la ciudad…>>.

Muscha (Jürgen Muschalek) en el año ochenta y tres con su estilo punk, retrata una Alemania Occidental (RFA) orwelliana. Nos acerca una experiencia más cercana al videoarte en su primera mitad y más narrativa en la segunda. Atmósferas abotargadas de estridencias sonoras y visuales. Con un concepto expresionista y una estética punk que consigue incomodar y a la vez hace disfrutar de una historia de caos. Usando elementos pornográficos, cierta dosis de maltrato animal, reclutando trabajadores para una empresa de comida rápida al estilo La chaqueta metálica… Todo esto le ayuda a componer un tapiz de consumismo exacerbado. En este marco se centra en el fenómeno “muzak”, que no es ni más ni menos que está sintonía, tan familiar en nuestros días, que encontramos en cualquier comercio. Muscha nos planta a su protagonista revelándose contra todo esto, y edita en un estudio de sonido el antídoto para esta manipulación sensorial. Lo pone en práctica y siembra el caos.

Rodada en super 8 tiene , lógicamente, sus carencias tanto técnicas cómo de puesta en escena. Supedita el poder de la pieza al montaje, alejándose de la formalidad​ narrativa, abusando de gratuidades que en cierto modo le ayudan a dar forma al marco de la historia y buscando el gran valor de su película en alusiones directas a los estímulos, irónicamente igual que lo que se supone que se busca al usar “muzak”.

Somos el diluvio: Mal gusto para el buen gusto.

Una auténtica lástima que al lado de está entrañable sala de proyección se encuentre una discoteca y sea viernes noche. No le ha venido nada bien al espectador que hoy ha optado por ir a ver Somos el diluvio, ya que toda la sala retumbaba, en momentos íntimos de la cinta escuchabas perfectamente las canciones del garito contiguo. Menos mal que los artífices de la película han faltado a la cita (alegando problemas familiares), porque seguro que se hubieran llevado cierta decepción, empañando ligeramente la gran organización del Festival en su nueva sede.

En cuanto a la película, decir que no deja de ser un relato de realismo mágico, pero desde un punto de vista muy tecnificado, con un telón de fondo científico, algo que le sienta muy bien. Con una fotografía paisajista alucinante, muy esteta y con un mimo que atraviesa la pantalla a cada plano.

Narrativamente notable, va al grano, aunque la magia del relato hace que algún espectador no ate cabos y se sume en ocasiones al ruido de fondo discotequero.

Plantea una clara alegoría; “El mar se alejó poco a poco de la costa este de Alemania” y la falta de niños en esa población. Aprovecha muy bien todo el simbolismo que da una población con personajes retrógrados, que impiden avanzar a los protagonistas en sus investigaciones. Al igual que los militares que protegen la zona.

Lo más farragoso de la película llega cuando rizamos el rizo y según los murmullos de la platea; “El protagonista tiene visiones”. Efectivamente, hay detalles en la película que no están perfectamente detallados, pero se asumen sin problema desde la premisa inicial. También estos sucesos acompañan muy bien al personaje protagonista y a la relación que se crea con su coprotagonista.

En definitiva, Somos el diluvio hay que verla en un momento de sosiego y dejarse llevar por la narración,  haciendo cábalas después. La película, de una duración inferior a la hora y media, lo vale.

Esto ha sido todo por nuestra parte. Fuera del tintero nos hemos dejado cintas que sin duda tenían buena pinta pero, por desgracia, en una semana es imposible verlas todas. Os invitamos a comentarlas en esta «crónica abierta» a los que las hayáis visto. O dar vuestro parecer sobre las obras que sí reseñamos.

Estaremos pendientes del resultado de las votaciones entre los espectadores del festival, (aun abiertas) para descubrir el filme ganador de tan prestigioso premio, el que otorga el público, objeto de deseo de todos en este sector. Por lo demás, seguiremos disfrutando del cada vez mejor  a nivel artístico y narrativo cine europeo a la espera, con muchas ganas ya, de la 20º edición del Festival de Cine Alemán en Madrid. Gracias a los organizadores y el equipo de los cines Palacio de la Prensa, y hasta el año que viene.

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