Duro pero necesario relato sobre el alzhéimer y como afecta a quienes lo sufren. Tanto víctimas como familiares.
La estructura de Padre (The Father) parece ideada por Christopher Nolan, con sucesos y diálogos que ocurren, o más bien no ocurren, en distintos momentos, siguiendo un orden narrativo que nos obliga a estar muy atentos para completar el puzle de lo que en realidad sucede.
Un desdoblamiento de la realidad con giros inesperados que nos va relatando la trágica historia, y no solo por la enfermedad degenerativa, del padre (Anthony Hopkins) y de la hija (Olivia Colman).
Florian Zeller, coautor del guion junto a su colaborador habitual Christopher Hampton, borda un trabajo de dirección en este sentido y llevando la batuta, cosa nada difícil por otra parte, de dos actores que nos brindan soberbias interpretaciones en una película con un tema complicado y angustioso.
Un trabajo que surge de la versión teatral homónima, de Florian Zeller, estrenada en París en 2012. La pieza se hizo con el Molière a la Mejor Obra antes de triunfar en Broadway y en el West End de Londres, lugares en los que logró respectivamente el Tony y el Olivier al Mejor Actor (para Frank Langella y Kenneth Cranham respectivamente).
El padre, además de reportarle tantos éxitos teatrales, supone su debut como director tras las cámaras en un filme que quiere hacernos experimentar << el mundo a través de la confusión que preside la mente del personaje de Anthony, mientras su demencia activa un declive gradual que afecta cada parte de su realidad. Pero esta película no se limita a la demencia, y Anthony deviene más que un narrador que no inspira confianza. Él está en el centro de una lucha que provee a El padre de elementos propios tanto de thriller como de terror, con la mente de Anthony como enemigo implacable (…) el público debiera sentirse como si estuviera “yendo a tientas por un laberinto>>.
Esta combinación hace de esta película un necesario visionado para los que estudien o disfruten del séptimo arte.
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