Entre la cartelera de estos días está, por desgracia no muy visible ya que tiene el doble hándicap de ser española e impediente, A Cambio de Nada. Y eso que ha triunfado en el reciente Festival de Málaga.
Daniel Guzmán debuta por todo lo alto detrás de las cámaras con esta muy realista, humana y emotiva película que recuerda a la también ópera prima de Fernando León de Aranoa, Barrio. Si echamos la vista más atrás en los anales del cine, nos evoca cierta semejanza a El ladrón de bicicletas ( Vittorio De Sica), película emblemática del neorrealismo italiano.
A cambio de nada, que ha tenido el apoyo de Warner España y muchos otras personas para salir adelante, debería ser enseñada en institutos y colegios por lo ejemplarizante (sin llegar a ser pedante ni quedarse en una simple moraleja) que resulta su guión, también escrito, a lo largo de cinco años, por Daniel Guzmán quien confiesa que tiene algo de autobiográfico.
Pero no solo debuta Daniel Guzmán en A cambio de nada. Los dos actores protagonistas, Miguel Herrán y Antonio Bachiller, son dos portentos, con mucha naturalidad y, lo más difícil, muy contenidos y sin excesos, en el drama. En nada tienen que envidiar a Luis Tosar, con quien comparten cartel. Como secundarios, hay que mencionar, además de Luis Tosar, a Antonia Guzmán, abuela de Daniel Guzmán que a sus 92 años desborda una energía increíble. Tras esta experiencia, Antonia, nos confiesa Daniel, quiere seguir actuando. Le gustaría mucho hacer una serie.
Finalmente decir que María Miguel y Felipe García Vélez ponen la guinda a esta prometedora cinta.
No conviene decir mucho más de este complejo y bien compensado cóctel de sensaciones entre el drama de una familia rota y ciertos toques de humor por las peripecias y el carácter de superviviente nato de Darío, el protagonista, porque lo mejor es ir a verla, que cada espectador la descubra con sus propios ojos.
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