Si Margaret Thatcher fue la Dama de Hierro, perfectamente podríamos calificar a Sir Winston Churchill como el Hombre de Hierro. Más que por sus habilidades como estadista, por la firmeza como supo llevar su Gobierno, rodeado de los mejores hombres, en el momento más crítico de la historia de Inglaterra en el siglo XX.

De ser nombrado jefe de gobierno casi de carambola, cuando cae el gobierno de Neville Chamberlain pese al apoyo del monarca Jorge VI poco antes del llamado “milagro de Dunkerke”, pasó a ser uno de los héroes decisivos, aunque ello no le granjeara excesivo éxito llegada la ansiada paz.

Afortunadamente nos quedan grabaciones y textos originales de sus magistrales discursos, tanto al parlamento como a la población, de los cuales se pueden extraer muchas lecciones de oratoria y liderazgo. Suya es la expresión “sangre, sudor y lágrimas”, sin ir más lejos.

Este biopic, distribuido en España por A Contracorriente Films, está interpretado muy dignamente por un Brian Cox que llega a mutar en Winston Churchill. A lo largo de todo el metraje se descubre un Winston Churchill distinto al que se nos viene a la memoria. Recordando el mayor desastre de su carrera como Lord del Almirantazgo en la batalla de Galípoli, se opone firmemente al desembarco en Normandía, sin darse cuenta que es la última oportunidad de ganar la guerra ni de que la aviación ha cambiado todo desde la I Guerra Mundial. Enfurecido por el desaire que recibe por parte de Montgomery y Eisenhower, organiza todo por ir al frente del desembarco hasta que se da cuenta que, como bien le dicen todos, incluido el rey británico, que su sitio esta en Inglaterra. Que es un activo demasiado valioso como para ser aniquilado a las primeras de cambio.

Hasta que por fin vuelve a los micrófonos, alentando a militares y una extenuada población civil, poco antes de iniciarse el decisivo desembarco de a Normandía, que, si bien supondrá la muerte de muchos hombres, será el inicio del fin del infame régimen nazi.

Sentimientos personales y asuntos de estado se entremezclan, como es lógico en época de grandes crisis, en esta película de Jonathan Teplitzky. Un Jonathan Teplitzky  que ha sabido dar buena factura y ambientación al filme que cierra “la tetralogía” veraniega sobre la II Guerra Mundial, tras La decisión del Rey (otro interesante film histórico y bélico de A Contracorriente Films), Dunkerke, (más técnica que guion) y El Hombre del Corazón de Hierro (de las tres, la que más muestra el nazismo y toda su maquinaria del horror, además de la épica resistencia de los que se atrevían a alzarse en los países invadidos por Hitler).

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