En Tan fuerte, tan cerca, Oskar Schell, (Thomas Horn, acompañado de Tom Hanks, Sandra Bullock y un siempre pletórico Max von Sydow) es un niño precoz que sufre de autismo que se lanza a la búsqueda de su padre, fallecido en los atentados del 11S, gracias a una llave que encuentra en un misterioso sobre.

Diferente es el caso de Cerca de ti, si bien ambas películas tratan sobre el recuerdo de seres queridos (el padre en ambos guiones) ausente en Tan fuerte, tan cerca. En el caso de Cerca de ti, que en su versión española es una de esas raras ocasiones donde, al menos para mí, es mejor que el original (Nowhere special), el pequeño Michael, (Daniel Lamont), afronta los últimos días con su padre, John, (James Norton), como mejor puede. Abandonados por su madre al nacer Michael, a John le diagnostican una grave enfermedad y, en los pocos días que le quedan, se esfuerza en encontrar un hogar de acogida para su hijo mientras saca un dinero limpiando ventanas y coches.

Quiere darle una familia, un buen futuro, a su hijo mientras trata de explicarle lo que le está pasando, asegurándole que siempre, de alguna manera, estará ahí con él. Que Michael, desde el interior, siempre podrá escucharle.

Especialmente emotivos, y muy significativos, son los últimos diálogos entre padre e hijo, pero a lo largo de todo el filme, Uberto Pasolini, el experimentado director italiano, les hace intercambiar miradas y frases capaces de conmover a cualquiera.

Cerca de ti es un drama, pero un drama esperanzador y con una increíble fuerza vital que nos demuestra cómo todos somos inmortales en la memoria de nuestros seres queridos.

Es un filme muy humano. John quiere que su hijo no le olvide, a la par que lucha por dejarle en buenas manos cuando ya no esté. En el recorrido que hacen ambos, acompañados de los servicios sociales, por distintas familias de acogidas se da cuenta que no solamente cuentan los que más medios tienen para cuidar y educar a Michael; ni que siga siendo hijo único o pase a tener varios hermanastros.

Hablando de la vertiente fílmica, Pasolini ha sabido manejar la cámara con mucha naturalidad y pocos, pero muy significativos, “travellings” o el recurso de “cámara en mano”. Las buenas historias, llenas de humanidad, no necesitan grandes alardes ni potentes recursos visuales para atraernos, como ya han demostrado tantos cineastas, guionistas, actores y demás profesionales de esta industria.

Prácticamente toda la realización, y por ende la edición, es invisible, muy natural, salvo estos pocos movimientos de cámara y una acertada secuencia de montaje en la feria, ya avanzado el metraje, al final de la cual ambos se internan en los espejos deformadores, remarcando sutilmente el tormento interior por el que tanto John como Michael están pasando.

Los pocos movimientos de cámara los usa Pasolini para marcar la mirada o acciones del padre, por ejemplo, cuando sube por su escalera de mano a una de las ventanas que limpia, mirando al cielo. O cuando ve, desde su coche, intuimos que con una fuerte carga emocional y con Michael sentado detrás, a un preadolescente cruzar la carretera y alejarse con la mochila del colegio.

También con Michael, que por cierto es todo un descubrimiento como actor, tiene este tipo de recursos que nos enfatizan cómo los niños son más avispados, “más esponjas”, de lo que pensamos. Quizá a unos les cueste expresarlo, pero definitivamente se dan cuenta de todo. O al menos de que algo que no es normal está pasando. Reacciones como no querer jugar con su amiga de clase, con quien se tiene que quedar algunas tardes mientras su padre trabaja, o enfadarse por no poder ponerse su pijama favorito ya que está sucio, son acciones que Michael realiza para “sacar lo que está viviendo”. En estos casos de comunicación no verbal (sin exageraciones facilonas), junto con simpáticas escenas de los dos en el parque y de Michael limpiando su camión en un cubo mientras espera que termine John de limpiar un coche, conforman un profundo e inspirador relato, inspirado en una historia real.

Un reflexivo relato envuelto en la tristeza, la rabia, la ternura y un halo de alegría merecedor de éxitos tanto en las críticas como en la taquilla.

@EduVicu

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