Diego Lerman firma, en la dirección y como coguionista junto a María Meira y Luciana de Mello, un filme necesario, vibrante, duro y a la vez emotivo.
Lerman usa la cámara de manera meramente objetiva, sin artificios, dando un aire de realismo absoluto. Solo se permite enfatizar ciertos momentos, acertadamente, para reforzar el mensaje, con sublimes planos que nos dejan huella.
Un tratado sobre la educación y sobre cómo motivar a un grupo de jóvenes sin apenas recursos ni objetivos en la vida más allá de sobrevivir. Chicos que están hastiados, uno de ellos incluso sin fuerzas para permanecer despierto en horas lectivas por el trabajo extra que se ve obligado a realizar, (y aquí es uno de esos planos que mencionaba). Otro se ve envuelto en problemas con narcotraficantes.
Juan Minujin encara al protagonista, un profesor suplente apasionado de la poesía, que, en vez de limitarse a dar el temario que le indican, literatura, se implica en la vida de sus alumnos para que estos encuentren la motivación necesaria para leer y escribir, llegando incluso a enfrentarse a los narcotraficantes.
Alfredo Castro y Bárbara Lennie, entre otros, completan un reparto solvente y entregado a papeles nada fáciles por la cruda realidad en la que se ven inmersos sus personajes.
El suplente (ya en cines gracias a A Contracorriente Films) se trata, en definitiva, de una película pasional y llena de valores. Muy positiva para despertar conciencias.
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