«I just hated to lose.»
Björn Borg.

 

Un tratado acerca de los mecanismos para triunfar y sobrevivir en situaciones de máxima presión, generada tanto desde el entorno como por uno mismo en la vorágine de un deporte individual al más alto nivel competitivo. Metafóricas cartas de navegación para surcar mares interiores con el caos y la virulencia haciendo las veces del líquido elemento, bien a bordo de embarcaciones que camuflen esa naturaleza interna mediante férreas rutinas y un autocontrol a prueba de bombas, bien buceando por ellos a pecho descubierto y dejando fluir arrebatos y reacciones sin que ello desvíe al marinero de su objetivo final: ganar.

Maneras de vivir, y de competir…

En Borg McEnroe Janus Metz se sirve de la suntuosa carcasa del mítico torneo de Wimbledon (y su inolvidable final de 1980 más concretamente, prodigiosamente recreada desde un punto de vista puramente técnico) para construir un inspirado biopic del campeón sueco, un témpano de hielo con apariencia de autómata en la pista que sepultaba a duras penas el volcán de ira e inseguridades en constante amenaza de erupción que anidaba en su alma. Construyendo el relato mediante flashbacks bien ubicados en el guión, y desde la relación en tiempo presente con su entorno más cercano (pareja y entrenador/mentor), la obra coquetea constantemente con el miedo al fracaso de un ganador patológico como Borg, y encuentra a su némesis en un McEnroe algo menos dibujado pero tratado con el mismo gusto en una muy reinvindicable obra dentro de ese microcosmos irregular en cuanto a calidad que es el cine acerca del mundo del deporte.

Todos los derechos reservados a

Con independencia de su adhesión y pasión hacia y por el mundo del tenis, cualquier espectador puede disfrutar de una buena obra como la que nos ocupa. Altamente recomendable.

@Juanlu_num7

 




Borg McEnroe es una película que todos deberíamos ver, especialmente los deportistas de élite o aspirantes a serlo. Sobre todo si se trata de deportes individuales.

Visionando la cinta, que dura poco más de hora y media con un trepidante montaje a base de unir experiencias vividas por ambos maestros del tenis, me viene a la memoria otra memorable película de similar trama: En busca de Bobby Fischer. Y no solo porque el ajedrez estuvo presente en la infancia de un superdotado John McEnroe.

Perder, ganar, vivir. Todo gran campeón debe tener alguien al lado que le demuestre que, aunque pierda, su gesta quedará en los anales de la historia o, como el caso de Josh Waitzkin en En busca de Bobby Fischer, para su maestro ya ha llegado a lo más alto del ajedrez antes incluso de jugar la gran final nacional junior de los EE.UU.

Volviendo a la película que nos ocupa, Borg McEnroe, que se estrena en España este viernes 18 de mayo, me gustaría cerrar este doble articulo apostando a que entrará en el olimpo de las narraciones de grandes gestas deportivas. El resultado es un impecable ejercicio visual. Es el reflejo de dos personalidades aparentemente tan diferentes mientras se narra, desde varios puntos de vista, una de las más apasionantes finales de Wimbledon. Sin duda, Borg McEnroe es digna de abordarse en fórums cinéfilos, escuelas de cine y de actuación.

@EduVicu

 

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