La música es otra de las pasiones rayanas con la obsesión de Quentin Tarantino, melómano reconocido, y el realizador reservaba un papel diferencial en Reservoir Dogs a una de sus canciones favoritas. Así que una parte importante del presupuesto de la película iría a parar a la obtención de los derechos de Stuck in the middle with you (Stealers Wheel, 1974).

Y parte de la genialidad de la escena está en el uso alejado de lo convencional que el director asignó a un tema de tono tirando a optimista y festivo, que habla de la indecisión amorosa. El gusto de Tarantino por el oxímoron alcanzó su cima audiovisual haciendo sonar la composición de Joe Egan y Gerry Rafferty en una secuencia de tortura ejecutada por el sádico Mr Blonde.

Además de la portentosa elección musical, Tarantino otorgó mucha libertad a Michael Madsen para preparar la escena. Partiendo de una línea del guión muy abierta a aportaciones externas («Mr Blonde baila alrededor de forma maníaca»), Madsen se inspiró en la actuación de Jimmy Cagney en una película que había visto hace algún tiempo, impregnando todos y cada uno de los movimientos de su danza macabra de la naturaleza psicopática del personaje.

Y, en ese preciso instante, Reservoir Dogs se disfraza de un muy personal ejercicio de cine de terror.

Todos los derechos reservados a: Live Entertainment / Dog Eat Dog Productions

El montaje, incluyendo planos que nos invitan a intuir la acción en lugar de presenciarla directamente, dispara la naturaleza terrorífica de una escena aderezada por las desesperadas peticiones de clemencia del policía interpretado por Kirk Baltz, todo ello bañado en los tintes de surrealismo que aportan tanto la canción de los Stealers Wheel como el trabajo de Madsen. Y en la que volverá a sentirse el amor de Tarantino hacia los spaguetti westerns, con esa disección de pabellón auditivo que es un claro homenaje a Django (Sergio Corbucci, 1966).

Un inmaculado plano secuencia, con el espectador siguiendo a Mr Blonde hacia su coche y de vuelta al almacén para terminar el trabajo (y con el hilo musical apagado mientras el personaje se encuentra fuera de su escenario mortal), da cierre, tras la sorpresiva aparición de un Mr Orange al que la fatalidad parecía haber reservado el rol de testigo mudo, a una las escenas más genuinamente bizarras de un genio del séptimo arte. Y medida al milímetro, como todo lo firmado por Quentin Tarantino.

@Juanlu_num7

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