Vértigo Films nos trae este viernes 25 de febrero Great Freedom, un drama carcelario en el que Sebastian Meise, director y coguionista junto a Thomas Reider, nos narra la historia real de Hans en tres épocas (1945, 1957 y 1969) en una cárcel de la República Democrática de Alemania (RDA).
Lo hace sin apenas florituras visuales, salvo el final, donde ya mete luces rojas y usa un travelling en primer plano en el interior de un local.
Hans, un homosexual convicto junto a su amante de quien es separado, termina por entablar una estrecha relación con Viktor, un asesino convicto con el que, por prejuicios, tiene varios bruscos roces al principio.
Los intentos por comunicarse con su amante, recordando los agradables e intensos momentos juntos, y su adaptación a la dura y represiva vida carcelaria es todo lo que se nos muestra. Con una gran crudeza, vemos como poco a poco Hans va rindiéndose, hasta el punto de no querer salir, o temer la vida fuera de esos opresivos muros. Como casi cualquier animal enjaulado que, si es puesto en libertad, tiene altas posibilidades de morir.
Para terminar de entender esta película, que no cesa de cosechar elogios de critica y público, basta con escuchar las palabras del propio Meise: <<El punto de partida de nuestra historia se basa en casos reales de hombres alemanes homosexuales que fueron liberados de los campos de concentración sólo para ser trasladados directamente a la cárcel para que pudieran terminar de cumplir sus condenas de acuerdo con el artículo 175.
Para ellos, la persecución aún no había terminado porque la homosexualidad siguió siendo ilegal hasta finales de los años 60. Otras investigaciones y muchas entrevistas en Berlín y Viena con personas que vivieron la experiencia de primera mano mostraron la meticulosidad, el ingenio y el denodado esfuerzo que el Estado invirtió en perseguir a tantos hombres inofensivos.
Nuestro personaje principal, Hans, representa los muchos destinos de las personas que aterrizaron repetidamente en la cárcel sin tener culpa alguna, cuyos medios de vida y relaciones fueron destruidos, y cuyas historias desaparecieron en los archivos de la burocracia.
Imagínese vivir en un mundo donde el amor está prohibido por la ley y se castiga con la cárcel. Eso nos sonaba a distopía, que inevitablemente nos recordaba a la novela ‘1984’, de Orwell.
Como prohibir el amor es también, en última instancia, prohibir la vida, hemos optado por contar la historia de Hans a través del tiempo que pasó en la cárcel. Es la constante recurrente en su vida, que se convierte en un bucle temporal interminable. Las paredes, los barrotes y los uniformes son siempre los mismos en todo momento y en todo lugar. Como en una distopía, una prisión es un no-lugar, un ningún lugar. Y como en una distopía, las historias de las prisiones siempre tratan de individuos atrapados en una lucha de poder de naturaleza física y mental>>.
Una lucha que, por desgracia, en muchos países sigue siendo real y, en aquellos donde la homosexualidad ya es legal, aún hay algunos “frenos o tabúes sociales”. Por todo ello, es muy necesaria historias como ésta.
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