Monstruo, (Kaibutsu) de Hirokazu Kore-eda con un inteligente guion de Yuji Sakamoto (premiado en la presente edición del Festival de Cannes), es un film potente, duro pero tierno a la vez, que narrativamente va construyendo o revelando las verdades ocultas contando la historia desde distintos puntos de vista, a través de unos personajes digna y sobriamente interpretados sin exceso de estridencias (especialmente los niños Soya Kurokawa y Hiiragi Hinata), en los que Kore-eda y Sakamoto van dejándonos pistas.

Ambos, director y guionista, son coetáneos y escriben sobre los mismos temas: abandono, delincuentes y pseudofamilias, pero desde distintas formas de presentarlos. Con Monstruo, según palabras del propio Kore-eda, “ambos hemos coordinado nuestras respiraciones (…) mostrando a raíz de un incidente en el que están implicados niños de una escuela de una pequeña ciudad regional de Japón las pequeñas chispas de fuego que crean una enorme grieta y división entre la gente que vive allí. (…) Trabajando por primera vez con este equipo formado por un guionista, productores y Ryuichi Sakamoto, un músico con el que siempre había querido trabajar, pudimos hacer una película increíble de la que estoy muy orgulloso”.

El joven Minato, con un carácter y comportamiento de psicópata abusador, la directora del colegio y un profesor guardan claves que la madre de Minato tendrá que ir descubriendo para descubrir el por qué, de repente, su hijo empieza a comportarse de forma extraña. Misión que se torna compleja en una sociedad tan cuadriculada, y en ocasiones evasiva, como la japonesa.

La película comienza ya con claras intenciones, mostrando un edificio en llamas que atrae, casi hipnóticamente, a Minato.

¿Quién es el monstruo? ¿Habrá más de uno? ¿Habrá redención?

Es difícil seguir hablando de la película sin desvelar más de la historia, llena de contrastes entre el mundo de los niños, donde la chatarra vieja y destartalada puede ser un espacio mágico, secreto y el de los adultos, cuyos actos y silencios hieren más que una pelea entre niños.

La fotografía (Ryûto Kondô) y la música (Ryūichi Sakamoto) son dos elementos que, junto a la narrativa visual, nos envuelven de forma magistral en la historia, haciéndonos querer descubrir la verdad o verdades ocultas.

Si ya había irrumpido con fuerza en los últimos años en occidente desde Parásitos, (aunque siempre nos ha dado verdaderas joyas), con Monstruo podemos certificar que los títulos orientales afortunadamente van a ser habituales en nuestras carteleras.

Como os digo, mejor ir a verla sin conocer mucho más.

@EduVicu

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