¿Es el bautismo eterno? ¿Puede serlo si se hace contra la familia del bautizado? ¿Es lícito, moral, educar a un niño contra la fe de su familia? Estas son las preguntas que surgen tras el visionado de la épica película El rapto, de Marco Bellocchio que Vértigo Films estrena en nuestras pantallas el próximo 12 de enero (candidata a las mejores películas, por lo menos a nivel europeo, de este recién iniciado 2024).
No solo por el cuidado (hasta los más ínfimos detalles -basta con ver las imágenes que ilustran este artículo-) diseño de producción y cinematografía, espectaculares y merecedores de premios, sino por la historia, la por desgracia eterna lucha religiosa (que por fin parece ir muy poco a poco superándose -al menos entre judíos y cristianos-) y por el mensaje que da. Esos interrogantes que planteaba al inicio.
Es interesante ver la evolución del protagonista, el pequeño Edgardo Mortara, desde que es secuestrado por ser clandestinamente bautizado por la criada del hogar hasta que se hace adulto.
Por una parte, se nos desvela cómo funcionan los métodos persuasivos y de adoctrinamiento, pero por otra se demuestra que responder con violencia, haciendo una causa bélica de un suceso, no sirve de nada y que, en el fondo, el verdadero mensaje de ambas religiones es el mismo.
No hay más que escuchar al propio Bellocchio para entender las motivaciones detrás de la película: <<La historia del rapto de este niño judío, Edgardo Mortara, me interesa especialmente porque me permite, por encima de todo, plasmar en la pantalla un crimen cometido en nombre de un principio absoluto. “Te rapto porque Dios lo ha querido así. Y no te puedo devolver a tu familia. Estás bautizado, y por ese simple hecho eres católico para la eternidad. (…) Ésta es una película, no un libro de historia o de filosofía. No tiene una intencionalidad ideológica.”>>. Resulta muy interesante leer la reflexión entera, que no incluyo aquí para los que queráis evitar spoilers, en la web de Vértigo Films, (descargando el pressbook).
Ahí también se pueden leer las palabras de Pina Totaro, asesora histórica, que muestran como <<el denominado “asunto Mortara” se inscribe, de manera dramática, en un contexto histórico que ya no era sólo italiano ni exclusivamente judío, y cuyas principales figuras son el Papa, el emperador Napoleón III, Camilio Cavour y el secretario de Estado de la Santa Sede, Giacomo Antonelli. Éste, anticipándose al estallido de la “cuestión romana” afirma, de manera bastante contundente: “¡Estamos acabados! ¡Estamos acabados!”>>.
Una película premiada en la 68 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI), llevándose el galardón al mejor guion, que Marco Bellocchio firma junto a Susanna Nichiarelli. Merecido galardón, tanto por el lado técnico y visual, donde el vestuario, la fotografía y la dirección de arte nos sumergen en un relato épico de la convulsa Europa de 1858 (¿germen de lo que vendría después?) como por la historia que nos muestra como el cine puede ser, además de entretenimiento y arte, una valiosa herramienta educativa. Por todo ello, recomendamos su visionado, y si puede ser, en pantalla grande.
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