Siempre hemos admirado el talento de Jaime de Armiñan, tanto por su trabajo en cine (director y coguionista de sus filmes) como por su labor para TVE durante una de las mejores épocas de esta cadena.

En el catálogo de Impala tenemos la suerte de contar con varios de sus títulos más relevantes. Películas llenas de una sensibilidad especial, como El amor del capitán Brando (un “triángulo amoroso-romántico” entre Fernando Fernán Gómez y Ana Belén, más Jaime Gamboa, un talento de 13 años que plasmó el difícil paso de la infancia a la adolescencia en una sociedad que nada o poco tiene que ver con la actual); la comedia amable como La Lola dicen que no vive sola (aunque también reflexiva) o ¡Jo, papá!, una road movie en tono comedia ya clásica (Antonio Ferrandis, Amparo Soler Leal, Ana Belén, Fernando Fernán Gómez, Carmen Armiñán entre otros) que muestra la brecha ya claramente disruptiva entre las generaciones de la Guerra Civil y post guerra y las de los sesenta en adelante. Nunca es tarde (con Ángela Molina) es otro drama de amor imposible tratado con gran acierto.

En otro de sus éxitos, Mi querída señorita (con guion del propio Armiñán y José Luis Boreau), transgresora en su época por ser una tragicomedia sobre la transexualidad (con Jose Luis López Vázquez, Antonio Ferrandis, Chus Lampreave y Mónica Randall), tuvimos el placer de colaborar en su producción, aunque ya no forme parte de nuestro catálogo.

En definitiva, Jaime de Armiñán tocó muchos temas, todos con enorme empatía y elegante sentido del humor. Su manera de escribir reflejaba su personalidad. Además, era un profesional de la cabeza a los pies que sabia superar los problemas que pudiesen surgir en cualquier rodaje. Por tantos motivos, participar en proyectos con él siempre resultaba una experiencia estimulante, como tantos otros directores que han dejado imborrable huella en la extensa filmografía de Impala.

El conjunto de su obra es un legado para tener muy en cuenta dentro de lo más destacado de la creatividad audiovisual en nuestro país, además de ser un fiel reflejo de la rápida transformación de la sociedad española en unas pocas décadas.

José y Eduardo Sainz de Vicuña

Impala

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