El Nombre, en el madrileño Teatro Maravillas, es una comedia con trasfondo dramático, pero sin llegar a la profunda reflexión o la lágrima fácil. Eso es El nombre, adaptación de la obra francesa Le Prénom de M. Delaporte y A. de la Patellière.
Ayer lunes tuvo lugar el estreno de la nada fácil adaptación realizada por Jordi Galcerán, tras unos días previos de lleno total y un éxito rotundo en su paso por Barcelona.
Con un reparto muy bien elegido (Amparo Larrañaga, Jorge Bosch, Antonio Molero, César Camino y Kira Miró), el director Gabriel Olivares ha realizado una puesta en escena redonda y muy ágil. La hora y media que dura, pese a no tener descansos, se pasa en un suspiro… o más bien en una continua carcajada.
Un grupo de amigos, que son familia, se junta para celebrar el próximo nacimiento del bebé de uno de los matrimonios. El nombre elegido es inicio de una discusión que terminará por enredar a todos en una batalla dialéctica y campal, pasando de un tema a otro de forma insospechada, pero muy natural.
La originalidad de la puesta en escena radica, entre otras cosas, en un certero montaje audiovisual que abre y cierra la obra.
El Nombre es una obra que los amantes del teatro, o de la comedia, no deberían perderse.
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