Revolucionaria estéticamente en su época, y heredera clara de obras anteriores como Dark City (Alex Proyas, estrenada unos meses antes) o Ghost in the Shell (Masamune Shirow, 1989), Matrix sacudió violentamente a una legión de espectadores que no estaban preparados para lo que se les vino encima en los estertores del siglo XX. Pero, más allá de su esplendor visual y de su poderío como generadora de tendencias, la obra de los entonces hermanos Wachowski es una perfecta traslación a la pantalla grande de la alegoría de la caverna de Platón.

El mensaje de Matrix y del que fuera seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles es el mismo, aunque se nos presente ataviado con distintos ropajes.

Platón introducía en su obra a unos individuos encadenados de forma que únicamente podían dirigir su mirada hacia una pared al fondo de la caverna, con la entrada de la misma a su espalda. También a su espalda otros hombres portaban objetos, y las sombras de dichos objetos proyectadas por una hoguera en la pared del fondo es todo lo que los esclavos encadenados veían.

Esas sombras eran su realidad, su mundo.

En Matrix las máquinas esclavizan a los humanos construyendo una prisión virtual para ellos, una que simula su realidad anterior a la guerra incluyendo el sufrimiento que el ser humano necesita como parte inherente a su día a día. Y, al igual que sucede con los prisioneros de la caverna, las personajes que interactúan con Matrix creen firmemente que lo que allí ven, palpan y sienten es la realidad.

Porque, de nuevo, es su realidad.

«Human beings define their reality through suffering and misery.»

En la alegoría de la caverna, cuando alguien se libera de sus grilletes y sale de la cueva para imbuirse de la luz que supone el abrir los ojos hacia el verdadero mundo, deberá combatir la incomprensión de sus compañeros como peaje previo al intento de liberación de los demás. Desenchufarse de Matrix es salir de la cueva, y tanto Neo como el resto del grupo comandado por Morfeo ejercen el papel de libertadores, para encontrarse ante su asombro con alguna gente que no quiere ser liberada. Es el mensaje que nos traslada la famosa metáfora del filete: aún sabiendo que su entorno es irreal, una ilusión diseñada por los esclavistas y que ejerce la función de cárcel, el personaje de Cypher (Reagan) prefiere vivir de forma cómoda en la mentira.

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Fuente fotografía: WarnerBros

Añadiendo a toda la influencia determinante de la obra de Platón perlas de Descartes y su duda cartesiana, que nos empuja a recelar de todo metódicamente para saber lo que es real e introduce el mantra de que la consciencia determina la existencia, Matrix lanza también un misil de profundidad contra la sociedad moderna y su afán por diseñar e imponer como conceptos globalmente compartidos nuestras aspiraciones vitales, lo que debemos tener y construir para sentirnos plenamente realizados.

Y que limitan nuestra libertad.




 

Una de las obras más revolucionarias e icónicas del cine moderno, puente de entrada al siglo XXI, es en realidad una revisión de las ideas escritas por un filósofo griego que falleció en el año 347 a.C, disfrazadas con una nueva y flamante carcasa.

Difícil encontrar un mejor ejemplo de lo que significa la inmortalidad.

@Juanlu_num7

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