La secuela de No respires, (No respires 2), podría resumirse en esta premisa. Aprender a defenderse de las amenazas externas y, sobre todo, a sobreponerse a los engaños internos, los que vienen de la familia o el círculo más íntimo.

Son dos batallas siempre duras con las que lidiar, más aún si quienes las libran, como por desgracia pasa en el mundo real, son niños.

Phoenix (Madelyn Grace) es rescatada por Norman Nordstrom, “The Blind Man”, (Stephen Lang) quien vive relativamente tranquilo años después del brutal e inquietante asalto a su casa.

Invidente y aislado de todos, Norman se dedica prácticamente a educar, cuidar y entrenar a Phoenix, de once años, como si vivieran en una zona permanentemente en guerra, partiendo de sus experiencias como Navy Seal veterano.

Sin embargo, al acoger a Phoenix, rescatada tras encontrarla semiinconsciente en la carretera, y adoptarla como la hija que perdió, los pecados de su pasado vuelven a perseguir a Norman…

El filme, dirigido por Rodo Sayagues, coguionista junto a Fede Álvarez, nos brinda una combinación efectista del gore más visceral y el suspense, con una persecución de intereses egoístas que a más de uno le hará replantearse hasta donde llega la crueldad del ser humano.

La envolvente, inquietante y un punto escalofriante música del indiscutible maestro Roque Baños, junto con la atmósfera decadente de Detroit, terminan de dar esa plomiza y angustiosa sensación a un frenético filme, con una escena post créditos que da la posibilidad de una tercera parte.

Sin llegar a ser tan perfecta como la primera, merece la pena el visionado de No respires 2, a partir de este viernes 24 en nuestras pantallas gracias Sony Pictures. Sobre todo, a los amantes de este género, y, como decía, para entender un poco más la psique humana cuando se trastorna, movida por los horrores de la guerra u otros cruentos avatares, no menos dolorosos, para dejar de ser precisamente humana.

@EduVicu

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