Con motivo del décimo aniversario del cese de actividad de la banda terrorista ETA, dos amigos y antagonistas políticos deciden reunirse en un caserío vasco durante cuatro días para repasar sus trayectorias vitales y hacer un alegato contra cualquier tipo de totalitarismo. En esos cuatro días, Eduardo Madina (PSE) y Borja Sémper (PP), responden distendidamente, ante las cámaras, a las preguntas que les hicieron entrar, con 17 años, en política.
<<¿Qué harías tú, si supieras que tu vecino de escalera puede ser amenazado, incluso asesinado, por sus ideas? ¿Llamarías a su puerta y le dirías que tiene toda tu solidaridad y lucharías para evitarlo o mirarías para otro lado?>>
Una decisión que los convirtió en objetivo de la banda terrorista ETA, marcando sus vidas y las de sus familias.
Impuros es un ejercicio de verdadera valentía y coraje que demuestra cómo dos rivales políticos supieron entenderse y convivir, contra el terrible y sangriento telón de la sinrazón etarra, durante el gobierno moderado del Lehendakari Patxi López.
Un documental-entrevista que el director, Alberto Utrera, sabe humanizar muy bien, entremezclando emotivas imágenes de archivo y vídeos personales de los dos protagonistas.
A Contracorriente Films lo estrena mañana en las salas de cine, lo que supone una buena oportunidad para mirar atrás, honrar a los miles de víctimas inocentes, (entre víctimas mortales, heridos, familiares y amigos), celebrar el triunfo de la libertad frente a la barbarie tiránica y mirar juntos a un futuro lleno de obstáculos que juntos, sin ninguna duda, podremos sortear.
El título es muy acertado. Como se menciona en el metraje, viene de la dedicatoria que Fernando Aramburu hace a las impurezas, en Los peces de la amargura. La impureza, como metáfora de algo (la sociedad en este caso) con diversos matices e ideologías, es la clave del entendimiento, sin que condicionamientos totalitarios ni oscuros intereses nacionalistas decidan por nosotros o nos unifiquen en un estilo de vida, una forma de pensar, que no queremos.
El documental, en definitiva, tiene muy buenas reflexiones, pero hay una, a parte del simbolismo a la impureza, que me dejó pensando un rato. Como dice Borja Sémper, <<es triste que no se haya sabido ganar>>. Pero aun se está a tiempo de hacer ese debido homenaje civil a la victoria contra la sinrazón terrorista. Todos juntos, detrás de la misma pancarta sin lemas partidistas ni otros símbolos que no sea el respeto, la paz, la verdadera libertad. Nunca es tarde, da igual el signo o lado del espectro político, para celebrar un aniversario unidos todos los demócratas. Al menos, para no olvidar y volver a caer en la misma trampa mortífera.
Yo iría más lejos y lo aprovecharía para reeditar “los Pactos de la Moncloa”, haciendo un listado de los problemas reales que nos acucian hoy en día, una vez superada, felizmente, la etapa de plomo, y valorar con verdaderos expertos independientes las mejores soluciones para cada caso.
Aprovechando que, con un poco de esfuerzo y buena voluntad es posible la buena sintonía entre partidos opuestos, como se ve en Impuros, ¿por qué no sentarse a dialogar sin prejuicios, sin rencillas, sin tapujos?
Pero esa es otra historia… Volviendo a Impuros, quiero cerrar esta breve crónica destacando la entereza con la que ambos políticos, Eduardo Madina y Borja Sémper, hablan de como vivieron sus diferentes vidas estudiantiles y su posterior etapa política hasta el fin de ETA en octubre del 2011. Diferentes, pero similares en cuanto a los constantes insultos e intentos de asesinato que han tenido que soportar.
Un fin que, como recalca Madina, pudo ser mucho más tarde de no ser por la acertada colaboración entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, jueces, fiscales, políticos, el apoyo de países como Francia y, sobre todo, de la sociedad civil, que despertó y se levantó definitivamente con el vil asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Un fin que, sin embargo, también pudo haber llegado antes, de haber triunfado las “tesis impuras” dentro de la propia banda ETA. Un factor que apenas se ha analizado, y que, si el prisma de algunos (insisto, dentro de la propia ETA) hubiera triunfado para trazar otra hoja de ruta en esos turbulentos años entre el fin de la dictadura y la plena instauración de la democracia, no solo nos hubiéramos ahorrado mucho sufrimiento, sino que hubiéramos evolucionado más, y mejor, como sociedad.
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