La vida no era fácil en un caserío vasco a mediados del siglo XIX, como se refleja en la película Handia, del mismo equipo creativo de la aclamada Loreak.

Esta película se estrena hoy 20 de octubre. Entre muchos “blockbusters”, porque busca al público que le gustan las historias relativamente tranquilas, cotidianas y carente de grandilocuentes efectos especiales. Que no por ello desmerecedoras de ser vistas en la gran pantalla. Al menos no Handia, ya que el juego óptico y de vestuario para transformar a Eneko Sagardoy en el “gigante de Altzo”, así como la recreación no solo del País Vasco sino de ciudades como Londres, Paris, Burdeos o Madrid hace que merezca la pena disfrutarla a lo grande.

Hablo de “la quietud fluida de la vida” porque narra, en distintos capítulos o etapas y con variado ritmo, sucesos agitados como la supervivencia durante la primera guerra carlista, las constantes dudas sobre si emigrar o no a América y, sobre todo, los viajes para enseñar al raro, al diferente de aquellas familias que tenían un miembro distinto al resto. Más por humillante espectáculo circense, para buscar fortuna, que como investigación médica.

Pero en el fondo no es más que la inquebrantable e imperturbable relación entre dos hermanos gemelos, Martín y Joaquín, indiferenciables hasta que Joaquín cae enfermo y empieza a crecer desmesuradamente. Hecho que aun así, y a pesar de los momentos tensos, no provocará la separación de ambos hermanos.

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