No se me ocurre mejor título para definir lo que creo que supone el trasfondo de El Insulto, película que A Contracorriente Films estrena este viernes 16 de noviembre en España. Una pena que no se llevara el Óscar a la mejor película extranjera, aunque solo fuera para sonrojar un poco más a la muchas veces endeble, ciega y anquilosada comunidad internacional.

El Insulto, una película de Ziad Doueiri, (quien firma el guion junto a  Joelle Touma), transcurre en un Líbano colapsado por la forzosa y muy numerosa inmigración de palestinos expulsados de sus tierras.

La trama empieza con una nimia pelea verbal cuando un eficiente pero ilegal encargado de obra palestino repara el desagüe del piso de un libanés. El palestino se enfada, porque el dueño de la casa no le da permiso para hacerlo; no se fía de los palestinos y, además, les ve como la causa de todos sus males, de la falta de empleos para los libaneses y, en definitiva, del derrumbe de su país.

Las malas y equivocadas expresiones van creciendo hasta que ambos llegan a las manos y, con ellas, a un juicio que se complica por tener lugar en plena campaña electoral, con los ánimos pro y contra los palestinos muy caldeados. La situación está al rojo vivo, con los abogados de cada una de las partes avivando las llamas del odio para defender sus propios intereses.




En realidad, ¿quién tiene la culpa? El insulto es de esas películas que hacen reflexionar. Es una herramienta, que, con ciertos toques de documental histórico, pero que no llegan a cortar la narración, perfectamente puede ser usada en una clase de Historia para explicar el largo tiempo enquistado conflicto de Oriente Próximo.

Dos fueron los hechos principales que desembocaron en el tempestuoso y formidable huracán que sacude la región hoy en día. Primero, el abandono británico al Sah de Persia (ahora Irán) en las postrimerías de la Guerra Fría y el consecuente inicio del bloque islamista.

El segundo hecho, y no menos importante, es  la no muy pensada, aunque necesaria, creación del Estado de Israel en tierras palestinas cuando todavía no se habían asentado los ánimos y seguía vivo el horror de la II Guerra Mundial. Como consecuencia de la actual pasividad ante las atrocidades israelitas, se desata una desmedida belicosidad de los palestinos en un círculo sin aparente fin.

El oscuro y preciado oro negro riega un cúmulo de desaciertos y tristes oportunidades perdidas. Entre ellas, un servidor piensa que la mejor que se perdió fue el compromiso entre los líderes Isaac Rabin, por parte del Estado de Israel, y Yaser Arafat, líder del Estado Palestino. Ambos llegaron a entenderse y a forjar una verdadera amistad, y fueron premiados con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1994

Digresiones y disertaciones histórico-políticas aparte, El Insulto es una película muy bien dirigida. Tiene un ritmo ágil, salpimentada por secuencias documentales que refuerzan la trama, algunos giros inesperados y unos encuadres que, junto a la fotografía y ambientación, ayudan a tensar el ambiente en los momentos oportunos.

Respecto al elenco de actores, todos son muy convincentes y capaces de, con sus expresiones y gestos, hacer que el espectador comprenda tanto su punto de vista como su forma de actuar en busca de una venganza, sin duda desmedida, por las circunstancias que les rodean y todo lo que han vivido.

En definitiva, otra película que consideramos que puede ser candidata a estar entre las cinco mejores del 2018. Habrá que esperar, pero de momento, puedo asegurar que no va a defraudar a los espectadores que les guste el género histórico, el de juicios o, sencillamente, las historias de personajes muy humanos, sólidamente construidos, que luchan por defender sus intereses y sobrevivir en un entorno hostil.

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