Asher se trata de un thriller intimista, donde lo que importa no son tanto los eficaces y rápidos trabajos que el protagonista, Asher, (un muy creíble Ron Perlman) recibe a través de un sastre neoyorquino, sino su pasado y sus relaciones sentimentales con las cuales trata de escapar. De no sentirse tan solo en la fría y muchas veces impersonal pero a la vez ajetreada ciudad conocida como la “Gran Manzana”.
Una evolución de la trama con tintes “hitchcokianos”, en la que vemos cómo Ash va perdiendo facultades y trabajos buenos hasta que se ve envuelto en un asunto que le obligará a trabajar en equipo con quien fuera su pupilo. Esto provocará un giro en su existencia, pese al cual, nos queda claro que quien ha ejercido de chacal nunca puede descansar ni dormir con ambos ojos cerrados.
Asher es un filme llevado con buen pulso por el director Michael Caton-Jones, tanto la dirección de actores, evitando que caigan en la sobreactuación, como en el ritmo y la combinación de planos cerrados, agobiantes e inquietantes, con planos abiertos, íntimos y tranquilizadores.
Todo ello hace sin duda de Asher una buena recomendación, pese a que el guion desperdicia alguna que otra ocasión con la que sorprendernos, para los amantes del thriller y los espectadores que buscan algo más romántico sin llegar al “género rosa” o, más coloquialmente hablando, “empalagoso”.
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