J.J. Abrams se ha definido siempre como fanático del universo Star Wars, ya desde las entrevistas de promoción de su muy destacada revisión de la saga Star Trek (en forma de díptico), así que la noticia de su vuelta a la silla de dirección para cerrar la saga Skywalker fue más que bien recibida. La ausencia de coherencia argumental en la trilogía de Disney se hizo más que evidente en una The Last Jedi que, con sus errores tonales, en esta casa seguimos reivindicando desde su audacia argumental (dando un paso atrás con respecto al respeto reverencial hacia la trilogía clásica que era razón de ser de The Force Awakens), su belleza estética y su interesante arco de caída y redención para Luke Skywalker.
Sin embargo, la desaparición de Snoke (que adivinamos figuraba en los planes de Abrams de cara a las 3 películas) y la desmitificación del origen de los padres de Rey (verbalizada en el film de Rian Johnson) dejaban una compleja e intrigante papeleta en la mesa de trabajo de J.J. a la hora de cerrar una historia huérfana de solidez debido a la nula coordinación entre ambos directores y Kathleen Kennedy. Y el deslavazado guión de The Rise of Skywalker, repleto de agujeros y recursos de dudosa calidad, se ha visto incapaz de superar la prueba.
La película es espectacular y muy disfrutable, siempre y cuando nos subamos a la trepidante montaña rusa que nos propone sin hacernos demasiadas preguntas durante el viaje. El ritmo, una de las grandes virtudes del Abrams director, peca desde el exceso en el primer tercio, con demasiadas subtramas que introducir y muy poco desarrollo para la mayor parte de ellas. La vuelta de Palpatine, tirita insuficiente en un infructuoso intento de tapar la doble hemorragia provocada por los errores de planificación a 3 películas anteriormente citados, se nos revela en la mítica leyenda de apertura (sin haber construido nada de cara a ella en las dos entregas anteriores), y la explicación del origen y rol de Snoke es terriblemente ligera e insustancial. Muchas decisiones de escritura apuntan a bandazos para aplacar a l@s furibundos fans y sus coléricas reacciones tras The Last Jedi (como la de arrinconar hasta la irrelevancia a Rose Tico), y la introducción de personajes nuevos en el cierre de una historia a los que además el guión no se preocupa de dar el vuelo necesario (Zorii Bliss, Jannah) es otro punto a destacar en lo negativo.
Las fantásticas coreografías de los duelos entre Rey y Ren, el previsible pero bien sembrado arco de transformación del vástago de Leia y Han Solo (con el buen trabajo de Adam Driver a nivel interpretativo), el rol cómico de C3PO o la batalla espacial del último acto son aspectos a destacar en un cierre irregular a una trilogía muy disfrutable y con muchos momentos memorables, pero a la que la falta de coordinación entre Kennedy, Abrams y Johnson ha privado de un broche de mayor empaque y altura.
@Juanlu_num7
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