Hope Gap (Regreso a Hope Gap) es una película británica sobre un duro desengaño amoroso. O dos, si tenemos en cuenta que son dos personas quienes lo sufren.

Cuando Jaime (Josh O´Connor) va a visitar a sus padres el fin de semana, tras mucho tiempo sin verlos, al pueblo costero donde viven y donde él pasó toda su infancia, Seaford, cerca de los acantilados de Hope Gap, se encuentra con el resquebrajamiento del matrimonio entre sus padres. O más bien, la huida de Edward, (Bill Nighy), el padre, tras descubrir definitivamente que no siente nada por Grace, (Annette Bening), su mujer. Ha tomado la decisión de irse ese mismo fin de semana con la madre de un alumno, con la que llevaba un año intimando.

A lo largo del metraje se nos muestra la lucha de Grace por recuperar su matrimonio, y los desvelos del hijo por ayudar a su devota madre, mientras habla con su padre por separado para tratar de entenderle. Jamie se convierte en mensajeros entre los dos, mientras sufre un desengaño amoroso del que trata de sobreponerse con la ayuda de su amigo y la novia de éste, más el consuelo de Grace.

Solo por ver a estos tres actores, más el buen partido que le saca al impresionante paisaje, en varias ocasiones sobrevolando los acantilados, William Nicholson (director y escritor) merece la pena disfrutar en cines este drama con momentos de vibrante ternura y sutiles toques del humor inglés.

Es interesante adentrarse en los entresijos de cómo se fue fraguando el proyecto a través de los comentarios de los distintos partícipes del inspirador, reflexivo y muy humano filme.

Una historia prácticamente autobiográfica del guionista y director William Nicholson, quien confiesa que tardó varios años en llevar a la pantalla la historia de la separación de sus propios padres.

“Supongo que llevaba viviendo con lo que ha pasado en mi vida durante mucho tiempo”, dice el propio Nicholson. “La separación de mis padres no tiene nada de particularmente especial, le ocurre a mucha gente (…) Pero he pensado mucho sobre ello, y en el hecho confuso de que estoy tanto del lado de mi madre como del de mi padre. ¿Por qué ocurrió? ¿Por qué treinta años de matrimonio acabaron en nada? ¿Por qué causó ello tanto dolor a mi madre? Cuando me senté a escribir esto, se me hizo muy emotivo. Hay algunos momentos muy intensos emocionalmente, algunos de ellos nos ocurrieron realmente a mí y a mis padres.”

Nicholson continúa: “Lo que me impresionó, mientras armábamos la película con el equipo, fue la cantidad de gente que decía que la historia resonaba en sus propias vidas, ya que algo había pasado con sus padres.”

“Esta historia tira de cada fibra de mi corazón” –dice la diseñadora de peluquería y maquillaje Melanie Lenihan–. “Mis padres se divorciaron cuando tenía diez años, he pasado por un divorcio, y mis hijos son dos chicos adolescentes, de modo que me identifico con todos los temas de la historia.” 

Dada su conexión personal con el material, A Nicholson no pudo aceptar que otro asumiera la dirección. Acertada decisión por parte del productor David Thompson, ya que la película es digna de ver en la gran pantalla, y muy recomendable al que le guste este tipo de historias tan humanas

Aunque, como alguna vez hemos defendido en Beat4people, el cine (y las series) es un trabajo coral y el hecho de que sean varias personas (guionistas, director, director de fotografía, editor y productor o productores) lo que den el visto final, salvo raras ocasiones, suele dar muy buenos resultados.

Respecto a los actores, David Thompson confiesa que “cuando leí el guion por primera vez, Annette y Bill fueron las primeras personas que me vinieron a la mente (…) Nunca antes habían trabajado juntos, y ambos son auténticos grandes actores en sus respectivos estilos. Me pareció el reparto ideal.”

El primer reto de Nicholson fue acercarse a Annette Bening para el papel de Grace.

Me parecía un proyecto bello y original. Me gustaba mucho esa mujer que Nicholson me pedía encarnara, y pensé que era un auténtico reto, lo que me atraía” –explica Bening. – “Una de las cosas bonitas que alcanzamos a hacer como actores es ser del todo subjetivos cuando nos acercamos a nuestros personajes. Los queremos y apoyamos, somos sus defensores. Éste era alguien a quien realmente sentía podía respaldar.”

Sin embargo, inicialmente no estaba segura de cómo hacer que el personaje funcionara en la gran pantalla.

No sabía si podía hacer que funcionara tanto diálogo, y dije que no. Pero no podía sacármelo de la cabeza, y en torno a una semana más tarde llamé a Bill a su móvil directamente.”

Con Bening en el proyecto, el equipo se dirigió a Bill Nighy.

Siempre había sabido que quería a Bill Nighy, pero necesitaba saber quién iba a ser Grace antes de acercarme a él. Le dijimos que Annette sería quien interpretaría a Grace y que nos encantaría contar con él como Edward, ¡y aceptó al instante!

Lo que me atrajo del papel de Edward era que en verdad era un buen papel; y no abundan”, comenta a la prensa Bill Nighy. “En cuanto a Edward, éste llega a la conclusión de que su matrimonio se basa en un error, y que ambos han hecho lo que han podido desde que se cometió”.

Es el descubrimiento del ‘ser amado por ser quién uno mismo es’”– continúa William Nicholson–. “Él lleva toda la vida sintiendo que ella ha amado a alguien que no es él.  (…) Bill [Nighy] me dijo al principio: ‘¿Se supone que soy el malo?’ Y yo le respondí: ‘No, no es así, aquí no hay malos. Eres un buen hombre que se ha equivocado.’”

El tercer componente de la historia es Jamie, el hijo de los Axtons, Grace y Edward.

“Encontrar a Jamie fue mucho más difícil” –recuerda Nicholson.  “Un agente de Nueva York a quien conocía de otro proyecto me sugirió a Josh O’Connor. Me encontré con Josh y, por supuesto, supe antes de un minuto que era él, era el tipo. (…) Es un actor consumado porque puede cambiar completamente todo su ser; es además increíblemente sensible, simpático, y transmite un cierto sentimiento de ‘humanidad entera. (…) En cierto sentido, él es el eje de toda la película, el centro emocional de la misma, porque la cinta versa mucho acerca del impacto de cuanto hacen estos padres en este chico, Jamie.”

O’Connor, sin embargo, no vio demasiadas similitudes entre su propia familia y la de los Axtons. “Soy de una familia en la que mis padres han estado juntos durante toda la vida, y he tenido una crianza maravillosa. (…) La trayectoria de Jamie, todo lo que se refiere a su relación con los padres, no tiene parecido con la mía. Yo me siente muy próximo a los míos, y tengo la impresión de que no es el caso de él”.

La relación de Jamie con su madre, Grace, es como su habitación” –opina O’Connor–. “Ella ha mantenido la habitación de su hijo como un santuario, y él existe en la vida de ella como el niño que vemos al principio”.

No sólo se trata de la sufrida madre y del hijo amable que la apoya” –nos dice William Nicholson–. “Está el hijo que descubre lo mucho que él ha fallado también. (…) Ha crecido con padres que, de hecho, no han encajado entre sí y, en tanto niño, ha percibido eso. Ha provocado que lo íntimo lo ponga nervioso, lo que le hace difícil entablar relaciones”.

Es quien equilibra la ecuación entre los dos, y está bien así” –comenta Sarada McDermott, productora del film junto a Thompson.

“He sido proveído con tres interpretaciones increíbles” –confiesa Nicholson.

David Thompson también se vio impresionado por cómo el peso emocional de cada escena afectaba a todos durante el rodaje. “Estos actores se han visto empujados emocionalmente al límite. En el plató reinaba gran silencio, respeto e integridad”, explica Thompson.

“Para cualquier joven actor es un sueño observarlos”, – asegura Josh O’Connor. – “Me tienen gran respeto. Creen en lo que hago. Nunca antes había hecho una película como ésta, en la que apareces y te sientes tan seguro porque saben exactamente lo que hacen; es una sensación agradable”.

Sobre su personaje, “Jamie ha de cuidar a ambos padres, estar allí por ellos y ser el cuidador, lo que para él es una curva de aprendizaje” –comenta Josh O’Connor. – “Jamie dice que su padre fue el primero entre los hombres, y su madre la primera entre las mujeres. La idea de él siendo fuerte para ellos es muy poderosa para mí.”




Acerca de lo que William Nicholson espera que los espectadores nos llevemos tras ver la película, nos cuenta que, “sin haber un final feliz, sí es inspirador”. Para el director y guionista, tanto Jamie como Grace aprenden una valiosa lección. “Al final, ambos comprenden que deben dejar ir. Ella debe soltar el matrimonio que ha perdido de toda manera, y a su hijo; él ha de liberar a sus padres, que siempre han sido su base y lo han ayudado a lo largo de la vida a forjar su propia vida. (…) “Creo que, en definitiva, toda gira en torno a esa cosa elusiva llamada verdad emocional. Observamos estas interpretaciones resueltamente auténticas y te das cuenta de que no se te va a mentir, ni a engañar; así es realmente como es. Así es como es la vida”.

@EduVicu

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