Este viernes 13 de noviembre, para muchos un día maldito, se estrena El año que dejamos de jugar (When Hitler stole Pink Rabbit). El día parece elegido a propósito, porque trata del ascenso al poder de un siniestro líder y su grupo de fanáticos. Hablamos de Adolf Hitler y el nazismo.

Su ascenso, posibilitado por varias causas (miedo al comunismo, exceso revanchista de los aliados vencedores de la I Guerra Mundial, sobre todo Francia entre los más destacados), se ve en esta película a través de los ojos de dos hermanos, Max Kemper , alter ego de Michael Kerr, quien llega a ser el primer juez extranjero del Alto Tribunal británico y Anna Kemper alter ego de la escritora Judith Kerr, autora del best seller When Hitler stole Pink Rabbit, novela en la que está basada este filme.

Para reforzar las similitudes, se da la casualidad de que la niña elegida para hacer de Anna Kemper, Riva Krymalowski, estudia en el mismo colegio de Berlín que estudiaba Judith antes del exilio forzoso. Siendo su primer papel, se percibe ya un enorme talento interpretativo.

Los dos, junto a sus padres, se ven obligados a emigrar por ser judíos.

Lo que empieza con una inocente fiesta de disfraces por ser carnaval, o quizá no tan inocente ya que algunos van disfrazados de nazis, termina siendo una reflexión sobre la madurez que da el tener una infancia difícil. Es por ello por lo que, como sucede en contadas ocasiones, el título en español me parece más acertado.

Una infancia difícil que, sin embargo, como se da cuenta Anna tras leer uno de los muchos libros que su hermano le presta y en el que descubre que muchos genios tuvieron infancia complicada, les hará famosos.




Si Jojo Rabbit era un revisionismo satírico, esta adaptación literaria es una de esas películas “coming of age” (paso de la infancia a la madurez) con un largo viaje metafórico y literal, entre una ciudad en Alemania a un pueblo suizo, luego a París y terminando en Londres. Un viaje en el que los dos hermanos dejarán atrás, en varias ocasiones, amigos y juguetes. Sobre todo, la pequeña Anne, que solo puede llevarse uno de sus peluches. Elige un perro, pero, viendo lo mucho que le cuesta despedirse de su viejo Conejo Rosa, el ama de llaves le promete que cuando estén instalados en Suiza ella le enviará una maleta con más cosas, incluyendo a Conejo Rosa. Una maleta que nunca llegará.

La idea de adaptar este best seller, especialmente en los colegios alemanes, al cine fue de Jochen Laube, uno de los productores junto a Fabian Maubach. Jochen, en un viaje familiar a Normandía, recordando el libro Cuando Hitler robó el Conejo Rosa, estuvo dando vueltas sobre qué película había, para niños, sobre el ascenso del nazismo. Al no encontrar ninguna, los dos productores contactaron con Judith Kerr y luego eligieron, sin perder mucho tiempo, a Caroline Link como directora. Ella ya estaba muy familiarizada, desde su infancia, con el libro, y siempre le sorprendió “la ligereza de la historia”. Hablando con Judith encontró la razón: sus años de viaje fueron para los dos hermanos años de aventuras, años, de alguna manera, felices. Por suerte, lejos de la guerra. Sin echar raíces en ningún lado, pero felices. Entre las dos enseguida se forjó una estrecha colaboración, ya que Caroline había tratado el tema del éxodo judío antes en la película En un lugar de África (Nowhere in Africa). Nowhere in Africa. Por desgracia, nunca pudieron enseñarle la película completada porque murió el 22 de mayo del 2019, poco antes del estreno en Alemania de la película.

Jochen y Fabian no descartan continuar las peripecias en Londres de la familia Kemper, basándose en las secuelas de Judith, (Bombs on Aunt Dainty y A small person far away), aunque para transformar Londres en el Londres semiderruido de esa época requiere encontrar socios internacionales de cierta envergadura. Esperemos que tengan éxito. De momento, con esta película ha despertado mi interés en leer el aclamado libro.

@EduVicu

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