La familia está para ayudar, aunque a veces parezca todo lo contrario. Esta es la moraleja que se puede extraer de Mon cousin (Mi primo), película francesa dirigida por Jan Kounen. Un filme que mañana, 10 de febrero, se estrena en plataformas digitales.

Jan nunca había dirigido una comedia, pero aceptó el encargo por los protagonistas y el buen recuerdo que guarda de las comedias francesas de los años 60 a los 80, su infancia. Según destaca el propio Jan, el guion no solo le pareció muy divertido, <<sino que tenía los cimientos de lo que es, para mí, una comedia “a la française”: una historia construida alrededor de dos tipos que no se soportan pero que deben estar juntos, interpretados por dos grandes actores muy diferentes entre sí. Muy en la línea de “La Cabra” (1981) o “El Embrollón” (1973). ¡Es como si me dieran un pase para acceder a un lugar sagrado del cine francés!>>.

Una comedia francesa que, sin embargo, me recuerda a Cuento de Navidad, de Charles Dickens, en el que tres fantasmas (pasado, presente y futuro), visitan al avaro Ebenezer Scrooge para intentar enmendar su vida.

En este caso, los tres fantasmas están representados por Adrien (François Damiens), primo de Pierre (Vincent Lindon), un exitoso empresario. Ambos llevan muchos años sin verse, pero Pierre necesita la firma de Adrien, poseedor del cincuenta porciento de la empresa familiar, para cerrar el trato del siglo. Mientras que Adrien, un soñador idealista algo gafe, está muy feliz de reencontrarse con Pierre y solo quiere pasar tiempo con él, a Pierre no le atrae nada la visita de su primo.

Sin embargo, no tendrá otra elección que embarcarse con su primo en un turbulento viaje de negocios donde su paciencia será seriamente puesta a prueba.

A riesgo de hacer spoiler, es una película comedia, en palabras de Jan Kounen, “para sentirse bien”. Por lo que, a pesar de que parezca raro en él, termina felizmente. Pero a Jan le gusta ese final, << Pero me gusta este final donde nuestros dos héroes redescubren la alegría que alguna vez tuvieron al ser adolescentes juntos. Para ellos también es un reencuentro con una libertad que habían perdido. Rodamos un plano amplio, pero con el menor diálogo posible, y con música lo que subraya en ellos esta energía adolescente. Buscamos esta música durante mucho tiempo. No debería ser demasiado desordenada ni demasiado bonita>>.

Esperanza, luz, una sonrisa, minutos de evasión de una cruda realidad que, por desgracia, continúa atenazándonos.

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