Es difícil visitar Irlanda y no quedarse enamorado de sus gentes, sus paisajes, su música… En definitiva, de la magia que desprende este país, entre el carácter céltico, anglosajón y un punto mediterráneo por el carácter de la mayoría de los irlandeses.

Pasa lo mismo cuando ves un filme como Una canción irlandesa (Wild mountain thyme). Resulta difícil no salir de la sala y no pensar en un viaje al país de los duendes y tréboles de cuatro hojas.

Se trata de un romance al más puro estilo irlandés, en cines a partir del viernes 16, entrelazado entre la lluvia, el sol, parajes silvestres y aderezado con una emotiva canción irlandesa capaz de poner en ebullición nuestros sentimientos.

El director, John Patrick Shanley, uno de los dos únicos artistas que han conseguido ganar un Oscar, un Premio Tony de teatro y un Premio Pulitzer, ha sabido adaptar su exitosa obra de Broadway del 2014 (Outside Mullingar), lo que más le ha gustado escribir pese a llevar desde los diez años escribiendo, a esta película.

Ambas obras están basadas en experiencias personales, tras acompañar a su padre, granjero irlandés migrado a los veinticuatro años a Estados Unidos, de vuelta a Irlanda. No solo quedó prendido de ese país, sino que conoció a su tío y la granja de éste, donde también se crio su padre. Una granja curiosamente dividida por dos verjas. Una historia que nadie le supo explicar bien y que fue la inspiración para Outside Mullingar y la versión cinematográfica, Una canción irlandesa.

Cabe destacar la combinación que hace Shanley de los elementos visuales, el entorno y la climatología irlandesa, con la voz (cantando la tradicional canción irlandesa que da título a la película) y los movimientos de la danza El lago de los cisnes a través de Rosemary Muldoon, uno de los personajes centrales interpretado por Emily Blunt, acompañada por Jamie Dornan, interpretando a Anthony, el tímido vecino de Rosemary; Jon Hamm y Christopher Walken.

Aunque pueda parecer manido, la película demuestra que no siempre es fácil dar el paso, abrirse a la persona que amas, pero que sin duda es una batalla por la que merece la pena luchar, por más tiempo que pase.

Es, en definitiva, un relato que fluye como la vida misma. Sentimientos encontrados que se van cruzando. Amor, desesperación, soledad, miedo al rechazo por un rechazo anterior, disputas familiares, perdón, tristeza y alegría.

Una sencilla sinfonía, poesía visual capaz de sacarnos una sonrisa, una lágrima, y, para muchos, hacer que veamos nuestro propio reflejo en las inseguridades de los protagonistas.

@EduVicu

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