Tanto el reto como el riesgo inherente eran altísimos: un grupo de talentos diferenciales en sus respectivas disciplinas, unidos en un proyecto peligrosamente original y rompedor. Una película con todos sus roles copados por marionetas, y con un guión oscuro que no titubea a la hora de tratar temas como la tiranía o el genocidio, siempre bajo el manto del equilibrio necesario (imprescindible, más bien) entre el bien y el mal.

Una joya de la que, más allá de éxitos económicos ponderables, sus creadores siempre se han sentido extremadamente orgullosos.

Jim Henson escribió la versión primigenia del guión de Cristal Oscuro durante una estancia forzosa de una noche en un hotel neoyorquino, mientras observaba los copos de nieve caer con interminable cadencia desde la ventana. El temporal impidió al célebre creador de los Muppets subir al avión que debía sacarle de la ciudad que nunca duerme aquel mes de febrero de 1978, y canalizó la contingencia en una súbita explosión creativa, para plasmar sobre el papel su idea de rescatar la oscuridad presente en aquellos relatos de los Hermanos Grimm que tanto le atraían. Los escritores alemanes y Lewis Carroll serían la principal fuente de inspiración del artesano nacido en Greenville, la génesis del que siempre consideró su más relevante legado. Y los 7 pecados capitales, conceptos fundacionales en la creación de los inquietantes Skeksis.

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Fotografía: darkcrystal.wikia.com

Una vez desarrollada la historia, Henson se uniría al ilustrador Brian Froud, al que seguía la pista desde que quedó pasmado ante sus dibujos para el libro Once Upon a Time 6 años antes. Y, en interminables reuniones posteriores a cenas a base de langosta, ambos descubrieron sendas conjuntas en las que poner en simbiosis sus poderes. El mundo salido de la mente de Jim comenzaba a tomar forma, a articularse más allá de su imaginación.

Froud conocería ya en el set de rodaje a su pareja Wendy Midener, otro de los talentos superlativos involucrados en la obra. Midener, entre cuyos trabajos previos se contaba el de esculpir y movilizar la marioneta del Maestro Yoda en El Imperio Contraataca (Irvin Kershner, 1980), esculpiría en 3D los diseños elaborados por su futuro marido, otro paso más en la transformación de la ensoñación en algo tangible.

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Fotografía: darkcrystalmovie.com

Tal y como anticipábamos en el párrafo introductorio, una obra tan personal implicaba riesgos de distribución en una industria a años luz con todo de la actual a la hora de apostar por proyectos e historias que huyan de la naturaleza de mera adaptación o secuela. El selecto grupo que asistió a un pase previo de la película, el 19 de marzo de 1982 en Washington D.C., abandonó la sala decepcionado en su mayoría al no entender los diálogos de los Skeksis. Henson y Frank Oz (codirector y colaborador más cercano a Jim, ya desde los tiempos de Sesame Street y The Muppets Show) se pondrían manos a la obra de inmediato, ordenando volver agrabar en tiempo récord sus voces en inglés.




Pero aquel pequeño obstáculo en el camino no sería el único, siendo el icónico trabajo previo del autor involuntario motivo de confusión ya en la oscuridad de las salas de todo el mundo. Pese a un tráiler que insinuaba a las claras el tono del film, niños y padres de todo el mundo asistieron a los cines con los entrañables Teleñecos en la brújula, y aquellos primeros acordes de la fabulosa banda sonora orquestral, con los truenos bramando con furia a modo de acompañamiento, cambiarían radicalmente su rumbo prefijado ya desde la secuencia inicial.

Camino del 36 aniversario desde su estreno, y con la serie anunciada por Netlix en el horizonte, la que el propio Henson catalogara antes de su muerte en 1990 como su mejor obra se mantiene inalterable, sin perder un ápice de su belleza e impacto sobre el espectador. La cumbre de la carrera de todo un maestro titiritero.

@Juanlu_num7

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Experto en nada, imperfecto en todo y algo quijotesco. He visto cosas que vosotros no creeríais, así que trataré de contároslas...

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