Vértigo Films nos trae hoy viernes Ámame, un drama romántico que cuenta la historia de Santiago (Leonardo Sbaraglia) y su hija Laila (Miranda de la Serna). La vida sentimental de ambos están frustradas, y a lo largo de todo el filme buscarán satisfacer sus anhelos, cada uno a su manera y haciendo todo lo posible por no distanciarse.

Los dos, Leonardo y Miranda, encarnan a la perfección sus personajes, complementándose como un perfecto engranaje. Cabe destacar la complejidad del personaje de Sbaraglia, padre divorciado salido del armario. Su mujer, una cantante díscola, se distanció de Santiago y Laila yéndose a Brasil con su nueva familia.

Santiago, un reputado cocinero, debe cuidar de Laila mientras trata de encontrarse a sí mismo, perdido entre su mejor amigo, también homosexual, pero quien le rechaza porque piensa que como pareja no durarían mucho, y su exnovio, quien ya ha rehecho su vida.

Laila, por su parte, persigue el sueño de triunfar en el ballet a la vez que trata de exprimir al máximo su etapa de adolescente.

Leonardo Brzezicki, quien también firma el guion, juega en el neorrealismo, con planos muy focalizados en los protagonistas, salvo escenas muy puntuales (como el encuentro de ambos en una playa brasileña) que nos marcan, sin necesidad de diálogos o gestos superfluos, la situación de ambos en esos momentos.

Brzezicki ve a Santiago como reflejo (un homenaje) de la vida de su tío, <<un hombre muy contradictorio, un artista desconocido, lleno de pasión y sensibilidad, que murió repentinamente a la edad de 35 años. Mi tío fue un modelo a seguir en mi vida y esta película en cierto modo es una carta de amor para él>>.

Lo interesante, además de las interpretaciones, es el contraste que se da en casi toda la película entre el entorno festivo por la Navidad en Argentina y Año Nuevo (en Brasil) y las emociones de rabia, soledad, rechazo que experimentan tanto Laila como Santiago.

La sincera y abierta relación, íntima, que mantienen padre e hija hará posible que, pese a todo, se tengan el uno al otro apoyándose, logrando que no pierdan la esperanza. Alcanzando así la redención, en el caso de Santiago, y el optimismo en el de Laila.

@EduVicu

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