Que Lukas Dhont (Gante, 1991) era un cineasta provisto de una sensibilidad por encima de la media era algo de sobra conocido. Tras ganar la Cámara de Oro en Cannes y estar nominado a los premios del cine europeo con su ópera prima, Girl, el joven director belga regresa 4 años después para mostrar un dominio de la narrativa asombroso en alguien con apenas dos largometrajes en su haber. Sobre todo de la narrativa no verbal, esa que se construye desde gestos, miradas y movimientos y que eleva a Close al panteón de las mejores películas de este 2022.

La muerte de la inocencia infantil, la aceptación de la pérdida, la gestión de la culpabilidad, el error de permitir que las opiniones de los demás modifiquen nuestros más preciosos vínculos afectivos: todos ellos sentimientos y situaciones vitales altamente complejas que Dhont refleja en su película con una maestría inusitada, primero desde el prisma de los niños protagonistas (monumental trabajo interpretativo tanto de Eden Dambrine como de Gustav De Waele) y más tarde también, siempre en un segundo plano, desde el lado de algunos de los adultos. Todo ello arropado por las composiciones de Valentin Hadjadj y la fotografía de Frank van den Eeden, con la cámara de Dhont bailando armoniosamente mientras ejerce de testigo mudo de la historia.

Pecado perdérsela, no queda más que agradecer a Vértigo Films (@VertigoFilms) el placer de poder disfrutarla en nuestras salas de cine.

@Juanlu_num7

Todos los derechos reservados a Vértigo Films

 

Los del título de la crítica son los tres conceptos, sentimientos, que se muestran a flor de piel en Close, el segundo y merecidamente exitoso largometraje de Lukas Dhont.

Sin hacer mucho spoiler, como os dijimos ayer tras el prestreno ofrecido por Vértigo Films y Días de cine, es pecado perdérsela. Obligado visionado para todos los públicos, colegios y facultades (psicología y magisterio especialmente) a partir de hoy, estreno en cines.

Lukas Dhont, a raíz de un experimento sociológico con niños a los que se preguntaba dos veces, una a temprana edad y otra ya de adolescentes, sobre las relaciones con su mejor amigo, ha sabido plasmar muy bien los sentimientos que dan título a esta breve reseña.

A nivel actoral, tanto los dos niños protagonistas (Eden Dambrine y Gustav de Waele) como rostros más conocidos de la cinematografía europea, destacando la actriz belga Émilie Dequenne (ganadora del César al mejor papel de reparto) y la francesa Léa Drucker, el complejo trabajo lo resuelven de una forma impecable, sin excesos ni fáciles maniqueísmos.

Muchas miradas y acciones significativas que expresan mejor que innecesarios “diálogos explicativos” lo que cada personaje siente a lo largo del film, coescrito entre Lukas Dhont y Angelo Tijssens.

En la parte técnica y narrativa, Lukas Dhont describe con mucha sensibilidad, a través de armoniosos travellings o planos estáticos muy significativos, usando poéticamente varios momentos del trabajo del cultivo de flores, a lo que se dedica la familia de Leo, el mejor amigo de Remi. Leo y Remi corriendo entre las flores como parte de sus juegos, el desbrozamiento con una segadora de los tallos en los momentos más duros o la siembra, en otro de los momentos más intensos de la película.

Pero no solo utiliza este elemento. Lukas Dhont aprovecha el hockey sobre hielo para mostrarnos la evolución de Leo. Los rápidos y en ocasiones bruscos movimientos de este deporte, más tradicional en el norte de Europa, Rusia, Norteamérica y Canadá, son como una danza visual que habla por sí sola, vista, vivida, desde los ojos de Leo. Un recurso que él utiliza, simbólicamente como coraza (hay una frase, de la madre de Remi, que lo recalca sutilmente cuando le dice a Leo “no te reconocía con todo esto”, refiriéndose al uniforme de los jugadores).

Todo ello acompañado de una banda sonora que, sin ser maniquea, acompaña muy bien la historia.

Gracias a Vértigo Films por traernos tiernas, cautivadoras, duras pero muy emotivas películas como esta, en la que efectivamente “La química entre ambos niños traspasa la pantalla”. Una historia que nos enseña, como decíamos en el tuit anoche, a “no permitir que las opiniones de los demás influyan sobre nuestros vínculos afectivos” hacia nuestros mejores amigos y no dejarles de lado por “el qué dirán”. Ni siquiera en una etapa tan dura como el paso de la niñez a la adolescencia, como en Close.

@EduVicu

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Experto en nada, imperfecto en todo y algo quijotesco. He visto cosas que vosotros no creeríais, así que trataré de contároslas...

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