Como buen bostoniano, Ben Affleck devoró con ansiedad desatada la obra completa de Dennis Lehane, comenzando por «Gone, baby, gone» (4ª novela de la serie de Gennaro & Kenzie). La forma en la que el autor de Dorchester convierte a la ciudad de Boston en protagonista silenciosa (o no tanto) de sus historias atrapó sin remisión a otro oriundo de la capital de Massachussets, tanto que decidió que su bautismo de fuego en la dirección tendría lugar adaptando aquella primera novela que le sirvió de vía de entrada al «universo Lehane».

«Cuestionar las ideas de la gente de lo que está bien y lo que está mal»: así definía Affleck el alma de una película que es un tratado abierto de moralidad, un furibundo golpe sobre la mesa capaz de hacer temblar cualquier código ético individual, y una infalible generadora de debates acerca del sistema punitivo. Las decisiones tomadas por Patrick Kenzie y otros personajes secundarios de la trama buscan la complicidad (o ausencia de ella) del espectador, obligándolo a acometer profundas introspecciones previas a la emisión de su veredicto final.

Y precisamente por Patrick Kenzie seguimos, coprotagonista en la novela y protagonista absoluto en el filme (debido a la abúlica transición desde las páginas a las pantallas del personaje de Angela Gennaro, desnuda de su magnetismo y fortaleza individual pese al decente trabajo de Michelle Monaghan). Casey Affleck sale bien parado de la difícil misión de encarnar a un personaje tan alejado del detective de manual, más aún teniendo que cargar sobre sus espaldas con el título de hermanísimo del director. Sin dudar nunca acerca de su calidad humana, la complejidad de las decisiones tomadas por Kenzie lo difuminan por momentos en avatar de los espectadores, pese a la potente personalidad inherente al personaje.

La inmaculada labor de un talentoso reparto (en el que destacan sobremanera el detective Bressant de Ed Harris, el capitán Doyle de Morgan Freeman y el trabajo de Amy Ryan como madre de la niña que da nombre a la historia) se complementa con un retrato apasionado del convulso barrio de Dorchester, hogar de Lehane y que Affleck sabe importar en su adaptación con un nivel de implicación digno de alabanza.

Con el director embarcado en la traslación al cine de «Vivir de noche» (extraordinaria novela de Lehane, ajena a la serie de Gennaro & Kenzie), creemos de recibo recordar y revisitar el debut del discutido actor al timón, un thriller con personalidad, profundidad y buen gusto en todas sus facetas. Y contenedor de un final que es tanto broche brillante como fuente de una nueva avalancha de interrogantes morales.

@Juanlu_num7

 

 

 

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